Nines mirando el azucarero

No contenta con la mermelada
volcó el azucarero.
La sangre de las fresas
chorreaba por
toda la su boca llena de lágrimas
ansiosa de placer
mientras marcaba sobre la mesa
un dibujo con los restos de tabaco
del último con Mario.
Hervía su cuerpo diabético
del recuerdo deshecho
ya sin sacarinas
ya sin ganas de nada
que de hasta romper en líquidos
de la su lengua
comenzaba y comenzaba
a sudar nerviosa
del amor de Nines
que mira por la ventana
cómo gritan los niños
cómo se clavan los cuchillos
de cómo la joven del quinto
-mientras las lágrimas rompiendo el azúcar-
haciéndole el amor a su novio en las escaleras
de cómo gritan y lloran a la vez sobre el mp3
de cómo ríen y se dan patadas
de un modo tan diminuto
tan apasionado…

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