Nuria intentaba ser Mónica Naranjo porque nunca tuvo personalidad, los padres de Nuria se la arrancaron de cuajo cuando aún era una niña y la guardaron en un tarro para siempre. Aquella noche Nuria estaba gorda de alegría como casi todas las noches. Nuria infló con tanta emoción los estribillos que los explotó hasta llenar de pringues todo el karaoke. Todos quedamos con la cara de idiota que se nos queda después de oir a Nuria, después de aquellas impostaciones postizas cubiertas de gruesos chorreones de emoción. Nuría bajaba deprisa de la especie de escenario con el romanticismo que se le salía -de tan vivo- por la boca, colgando, mientras se dejaba asomar toda una trayectoria inútil por los lindos ojillos de esta Nuria cada vez más decidida a dedicarse a la cosa lírica. Entre los tartamudeos de nerviosismo descifraba de los labios de Nuria la curiosidad por mis sensaciones después de sus latigazos vocales, si valía la pena seguir, si quizá podría presentarse al casting. Yo andaba en esos días buscando una voz con estilo para mi orquesta, pero obviamente Nuria no era lo que yo estaba buscando. Nuria no suele aceptar un no por respuesta, y comienza a quitarse el vestido y a introducir suavemente su lengua en mi boca, mientras me desabrocha sutilmente la bragueta prácticamente sin darme cuenta, cuando el dueño del karaoke interrumpe el idilio dejando caer fuertemente sobre la mesa otro vaso de ron muy sofocadamente entre ambas miradas, con las venas de los ojos a punto de explotar y un sudor frío y tembloroso casi imperceptible que comienza a contagiarse. Nuria y yo nos vamos a los servicios y nos lamemos los sudores mutuamente. Nuria folla como pocas, si bien canta también de un modo bastante único. El dueño del karaoke no puede más y se enchufa otro compás de coca en una esquina bien disimulado. El dueño del karaoke es el padre de los cinco hijos de Nuria. La camarera -hija de Nuria- me sonríe y me da otro beso, mientras Nuria no para de jugar en mi entrepierna. El dueño del karaoke no puede más y se pega un tiro en los servicios. La camarera y yo descuartizamos a Nuria y nos vamos a cenar, a ver de qué modo podemos finalizar la película.
The End
- Etiquetado
- Literatura
- Miguel Pérez
- Narrativa
Publicado por Miguel Pérez
Miguel Pérez (Málaga, 1976) tiene su primer contacto con la música en la Banda Juvenil de Música de los Colegios Miraflores y Gibraljaire de Málaga, su ciudad natal, en cuyo conservatorio superior se gradúa posteriormente como Profesor de Solfeo, Teoría de la Música, Transposición y Acompañamiento, y Profesor Superior de Tuba. Desde 1990 compone en muy diferentes formatos que publica y estrena por todo el mundo, escribiendo música para radio, televisión, cine, y toda clase de espectáculos. Con Miguel Pérez Consort graba en 1999 Deus Meus, su primer lanzamiento discográfico, al que le seguirá un celebrado monográfico con sus composiciones dedicadas a la Semana Santa de Málaga que graba la Banda Municipal de Música de Málaga en el año 2006. Entre 2010 y 2020 escribe numerosa música para piano que culmina con el disco Treinta Años Escribiendo Música (2020), en el que Miguel Pérez vuelve a grabar una selección de su obra para piano. Afincado en Canarias desde 2007, y después de treinta años dedicados plenamente a la composición e interpretación musical en su sentido más personal, actualmente invierte su tiempo exclusivamente a la labor docente que desempeña como Jefe del Departamento de Música del IES Santo Tomás de Aquino en la isla de Fuerteventura. En los ratos que le sobra, escribe la música que le viene en gana, música que comparte con sus seguidores en Spotify y demás plataformas musicales en la red. Más en https://miguelperez.es/ Ver todas las entradas de Miguel Pérez