Mario y Gladys se han sentado a cenar. Hay un disco de Calamaro que suena de fondo, tangos clásicos de los que le gustan a Mario. Gladys está ilusionada por cenar con Mario, quiere contarle lo bien que se lo ha pasado en Polonia, lo mucho que le ha echado de menos. Mario fija sus sentidos en el sabor de los tangos que perfuman el salón, y el perfume del sabor de la sopa que con cariño ha preparado Magda para una noche tan especial. Magda coquetea con Mario, juega con las miradas y los silencios, y Mario comienza a aburrirse. Llega el segundo plato. Mario está un poco cansado de escuchar las historias de Gladys, las diferencias entre las nubes en Tenerife y en Polonia, y se sirve un poco más de agua, empieza a tener calor. Gladys no para de hablar, el vino le ha sentado fenomenal, sobre todo en compañía de Mario. En realidad lo que a Gladys le preocupa es contarle a Mario lo que ha pasado con Juan y su mujer en Polonia, los apasionados encuentros en la casa de la mujer de Juan, todo lo que ha descubierto en su ausencia. No estaba nada preparada para soportar ese tipo de situaciones y quiso cubrirlo todo de nervios pero de otra clase, quizá los nervios de un nuevo paisaje, de una nueva cerveza, de otras temperaturas… quizá los nervios de la celebración de su quinto aniversario juntos, la cena de celebración del aniversario de Mario y Gladys. Pero en realidad Gladys respira de otra manera después de su viaje a Polonia, su sangre fluye más deprisa, su corazón está nuevamente abierto, sus ojos brillan aún más. Mario termina de comer y enciende un cigarrillo más aburrido aún. Magda abre las ventanas y prepara el café, Gladys aconseja a Mario que apague el cigarro, mientras le recuerda que el médico se lo tiene prohibido. Mario enfadado revienta el cigarrillo en el cenicero de la mesa, que ya está siendo recogida por Magda, mientras le comenta a Gladys que él no ha tenido apenas tiempo de acordarse de ella, que él no ha parado de follar con Magda toda la semana hasta quedar sin aliento. Gladys comienza a llorar. Magda se masturba en la cocina mordiéndose los labios de placer. En el viejo equipo de alta fidelidad Calamaro canta Volver.
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Publicado por Miguel Pérez
Miguel Pérez (Málaga, 1976) tiene su primer contacto con la música en la Banda Juvenil de Música de los Colegios Miraflores y Gibraljaire de Málaga, su ciudad natal, en cuyo conservatorio superior se gradúa posteriormente como Profesor de Solfeo, Teoría de la Música, Transposición y Acompañamiento, y Profesor Superior de Tuba. Desde 1990 compone en muy diferentes formatos que publica y estrena por todo el mundo, escribiendo música para radio, televisión, cine, y toda clase de espectáculos. Con Miguel Pérez Consort graba en 1999 Deus Meus, su primer lanzamiento discográfico, al que le seguirá un celebrado monográfico con sus composiciones dedicadas a la Semana Santa de Málaga que graba la Banda Municipal de Música de Málaga en el año 2006. Entre 2010 y 2020 escribe numerosa música para piano que culmina con el disco Treinta Años Escribiendo Música (2020), en el que Miguel Pérez vuelve a grabar una selección de su obra para piano. Afincado en Canarias desde 2007, y después de treinta años dedicados plenamente a la composición e interpretación musical en su sentido más personal, actualmente invierte su tiempo exclusivamente a la labor docente que desempeña como Jefe del Departamento de Música del IES Santo Tomás de Aquino en la isla de Fuerteventura. En los ratos que le sobra, escribe la música que le viene en gana, música que comparte con sus seguidores en Spotify y demás plataformas musicales en la red. Más en https://miguelperez.es/ Ver todas las entradas de Miguel Pérez