Un idioma de piano y esperanza

A Mario le gustaba empezar el día paseando por la Playa de La Malagueta, y desde allí, contemplar un día tras otro que, pasara lo que pasara, el sol siempre saldría puntual. El paseo acababa siempre en La Chancla, donde Mario se zampaba un suculento desayuno serrano para recuperar fuerzasA Mario le gustaba escuchar el sonido de la guitarra clásica que interpretaba un joven que, con sus partituras, disimulaba su trabajo de amenizador matutino en La Chancla con el atuendo y pose de joven estudiante sumiso de conservatorio que busca la inspiración en el marese sonido poético que mezclado con los sonidos de la guitarra española eran un ingrediente más en el desayuno magnífico de los días de verano de Mario todas las mañanas de los meses de julio y agosto en MálagaMientrael sol calentaba las ideas y engrasaba el pensamiento con la fruta troceada y el pan de cereales con jamón serrano tomate y aceite que le servía una joven muy simpáticaMario comprendía día tras día la gran suerte que tenía de conservar a sus padres, ese hilito de música fundamental y sincera que traduciría Mario para siempre en sus discos a un idioma de piano y esperanza.   

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