Mario estaba cansado de mancharse de tierra. Aquellos días eran tan sucios e incómodos para Mario, que no estaba acostumbrado a tragar azarosamente lo que vaga por el aire desordenadamente, que Mario ahogado de tanta naturaleza junta, de su tanto estómago convertido en un temporal de siroco infinito, el piano tragado por la tierra y las olas del mar en un nudo e intestinos parados como estatuas del tanto miedo al desaliento. De la música del corazón de Mario sólo quedaba tierra instalada en las esquinas, el montón que entra diariamente en la su alma ya de tierra seca que se agolpa en montones de sentimientos que no puede descifrar ya Mario, que con la tanta tierra en los ojos que ya no puede ver ni el sonido de la su mirada misma, comprender si acaso el tan sólo sonido del brillo de la su alma envuelta en arena, que de su piano de arena que dejó de respirar sin avisar. Mario prepara café para comprender entonces la tarde, mira de nuevo los recortes de prensa colgados en la red recordando los años de música, pero el bote de café sólo contiene tierra húmeda y restos secos de tabaco francés de alguna turista, cuando el corazón de Mario se detiene un instante. Mario se asusta y corre a por sus pastillas a la otra habitación y un golpe de suerte salva la vida de Mario, el tiempo salva a Mario nuevamente, que está ahora sentado en la única terraza donde aún no ha llegado nadie, donde todavía se puede divisar la noche tranquilamente sin forasteros ni vecinos, donde dejarse azotar por el viento y sentir el calor del café con los golpes de humedad es como si hasta la noche se empapara de lágrimas sin previo aviso contigo, las luces llorando de los barcos, empapándolo todo de tristeza con el viento, que cerrando todas las puertas fuertemente con la ira y el desdén que sólo la naturaleza es capaz de proponer cuando Mario menos lo espera.
«Las botas llenas de mierda» (La cabra)
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Publicado por Miguel Pérez
Miguel Pérez (Málaga, 1976) tiene su primer contacto con la música en la Banda Juvenil de Música de los Colegios Miraflores y Gibraljaire de Málaga, su ciudad natal, en cuyo conservatorio superior se gradúa posteriormente como Profesor de Solfeo, Teoría de la Música, Transposición y Acompañamiento, y Profesor Superior de Tuba. Desde 1990 compone en muy diferentes formatos que publica y estrena por todo el mundo, escribiendo música para radio, televisión, cine, y toda clase de espectáculos. Con Miguel Pérez Consort graba en 1999 Deus Meus, su primer lanzamiento discográfico, al que le seguirá un celebrado monográfico con sus composiciones dedicadas a la Semana Santa de Málaga que graba la Banda Municipal de Música de Málaga en el año 2006. Entre 2010 y 2020 escribe numerosa música para piano que culmina con el disco Treinta Años Escribiendo Música (2020), en el que Miguel Pérez vuelve a grabar una selección de su obra para piano. Afincado en Canarias desde 2007, y después de treinta años dedicados plenamente a la composición e interpretación musical en su sentido más personal, actualmente invierte su tiempo exclusivamente a la labor docente que desempeña como Jefe del Departamento de Música del IES Santo Tomás de Aquino en la isla de Fuerteventura. En los ratos que le sobra, escribe la música que le viene en gana, música que comparte con sus seguidores en Spotify y demás plataformas musicales en la red. Más en https://miguelperez.es/ Ver todas las entradas de Miguel Pérez