Tres manifiestos
Tristan Tzara
Manifiesto pokémon
Somos muy simpáticos. Sabíamos desde hace tiempo de la existencia de la planta basilical pero nos daba vergüenza reconocerlo. La música nunca nos interesó en absoluto, simplemente nos atrajo su sonido, sus formas de saxofón. Por eso DADA. Por eso y porque quiero y porque me da la gana DADA DADA DADA o forma natural de después de la guerra de un niño. No, no responde a nada, por eso que quizá somos muy encantadores, muy simpáticos. Nos suelen picar los ojos después de echarnos agua al recoger la fiesta del felpudo porque las patatas de nuestras camisetas simbolizaban pelotas o globos de colores que la radio lanzaba a la playa en forma de publicidad. El alcohol o forma gratuita de entender la luna no es sino comer setas venenosas, subirse a un árbol. Naturalmente las serpientes no entienden de eso. Sólo entiende DADA.
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Que aún me parezco muy simpático
Tristan Tzara
Como también es cierto:
la tercera guerra mundial ocurre,
se nos ha quedado vacía.
Dar vida
o cambiar de color las cortinas del aula veintiocho del conservatorio
también puede ser quizá una solución, Paco podría servir un café aún
más simpático, si cabe.
1. La solución bien puede servirse en un espejo caliente que nos rompan en la cabeza desde el ministerio de la educación y la ciencia, la manera más ideal y encantadora de sumarse a una labor social, solidaria.
2. La televisión nos debería comer las tripas como si de una enorme rata se tratara. Una enorme rata que nos coma el alma y nos vacíe:
“No hay modo alguno de saber qué está pasando. Los teléfonos tienen la culpa de todo. El cáncer de cabalgata, los reyes, o Antonio Banderas, son algunos de nuestros héroes”.
(o Tristan Tzara es muy simpático y encantador)
de un modo muy simpático,
pero romper en las cabezas estudiantiles todas las ideas y conexiones de la lógica humana y hacer saltar chispas de sangre que a borbotones de velocidad rompan los grifos de los servicios de hombres y mujeres que por igual salpiquen las paredes de sensibilidad roja.
Ocurre, pero la solución no está en minutos de silencio,
hermanos grandes,
o lágrimas o favores.
Según el último
estudio del platillero de una banda municipal de música intelectual, y reseñando en el periódico local de un barrio
marginal la situación del pescado mal envuelto
dos semanas después como
una de las más importantes consecuencias de la tercera guerra mundial,
Gran Hermano se ha
vaciado en nuestras almas sin que nos hayamos preocupado,
es cierto.
Tristan Tzara
Tetas, pezones como niños, culos encantadores, pollas rojas enormes, son algunos de nuestros más sinceros ideales.
(Un periódico, de Londres, afirma que nuestras almas, las almas españolas todas, han quedado vacías, y toman demasiado café por las mañanas para contrarrestar la tercera guerra mundial, que está ocurriendo, aunque no nos estemos dando cuenta). Me siento muy simpático.
1. Un llamamiento a todo el que se cree en posesión de la verdad inútil.
2. La verdad, inútil, sólo está en posesión de los inútiles.
3. Me parezco muy encantador.
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Manifiesto Dada 2001
Hay cierto complejo de pez del que todavía no hemos dicho nada. Las cocineras noruegas tienen la costumbre de vestirse de atún al llegar diciembre. Cantan canciones de amor y duchan elefantes en aviones de papel o niños mal engendrados, la política no nos interesa: Dada. O de alguna otra manera podría entenderse que Tristan Tzara y los presupuestos de Gran Hermano mucho antes de la guerra ya existían; comer, saltar, y parir sillas eran sus entretenimientos preferidos, de pequeño tenía una boca enorme: Dada. Robaba trenes bajo cero y castillos boca abajo. En época de guerra sacaba su enorme lengua y lamía la entrepierna a todas las mujeres. La tercera guerra mundial también cazaba moscas y criaba cascos de cerveza en la nariz: Dada. Los bichos que vivían en sus gafas de sol se colgaban con chinchetas en las paredes dibujando pianos y lanzando caracoles. Nos gustaba ir al cine y romper hamburguesas, follar sillas como cerdos y morirnos, sólo eso. Morirnos, pitidos simpáticos.
Simpáticas Pitadas de Móviles
Fumar no es malo, perjudica seriamente la salud bajo cero. Un beso.
(“Bluf también dijo plátano, dijo café, y dijo ciruelas”). Un beso.
¿cómo plastificar almas de colores?
(preguntaban los maestros del bluf)
Los maestros del bluf nacieron bajo el sol una noche de primavera. En la que todo el paisaje estaba helado el calor les derretía y claro, se hicieron dada. De todas las familias que se preguntaban acerca de qué de cómo y de cuándo de dada, de dónde provenía tal acumulación de lucubraciones, de qué manera, ninguna comía champiñones después de comer: dada. El vídeo les atormentaba el alma y les crecía el desengaño. Los camiones roncaban y el autobús ya no volvería a pasar. Los maestros del bluf recogieron sus cosas y se plastificaron las almas para que la lluvia no les descolorara la mirada. Y preguntaban a bluf desde el cielo cómo plastificar, cómo si no tenían alma, si no tenían color. Rápido una capa de nicotina les envolvió y se les encendieron las discotecas y las Coca Colas del alma. La música sonaba estruendosa y llovía. Los teléfonos tejieron con sus ondas hilos que ahogaron al mundo en internet y chates. La prostitución creció y el arte se volvió bluf. Los maestros del bluf murieron sobre el sol un día de otoño. En el que todo el paisaje estaba derretido el frío les granizaba y claro, se hicieron dada.
Tristan Tzara, maestro del bluf
Manifiesto del Vídeo Club Silán
Se reunieron cinco trompetas y dos cuchillos estrepitosamente sobre el cuadrado del mantel de la madre del ajedrez gritando fanfarrias en formas de órdago mal pronunciado: Gran Hermano.
Desde la hormigonera varios albañiles aplaudían al director de la orquesta y
el alcalde aplaudía a los albañiles: Gran Hermano. Era una rabiosa cadena, (una cadena imbécil y rabiosa), una cadena imbécil de televisión rabiosa que se
nutría de morbo rabioso, publicidad imbécil pornográfica, y una cadena de pequeños golpes de estado, no había moralidad. Pintaban y comían como animales, y como la ética vino después, también bebieron whisky sin permiso, se bañaron en la leche hirviendo del niño, y jugaron al tobogán de la muerte poco antes de las elecciones, eran
encantadores: Gran Hermano. Tomaba café con ellos, se parecían muy simpáticos antes de las enfermedades al lado suya: Gran Hermano. Las flores dejaron de crecer y las nubes se compraban en los quioscos a diez pesetas. Eran rosas, conitos blandengues de fresa maltratada. Las tormentas eran más caras. Eran gordas y le crecían pelos alrededor del ombligo con facilidad.
Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano Gran Hermano
Tristan Tzara el simpático
Un beso en el culo
hoja de jabón,
caramelo de plástico,
gobierno de leche