Las lenguas de Belkys y Gladys

Belkys había bebido demasiada sidra de frambuesa y no estaba demasiado excitada con la idea de visitar Corralejo. En realidad su destino en Tenerife no le llamaba demasiado la atención, pero tampoco la dejaba de sorprender. Por qué la habían destinado a ese extraño lugar donde montón de turistas irían a intentar colarle al destino algo de sentido a sus vidas por unos días era algo que realmente no tenía ningún sentido en ese momento. Ella en realidad sólo quería seguir tocando su piano y practicar sexo con Mario todas las noches, que ahora está de gira por Tokio, donde sus músicas a base de puñetazos bien lentos al piano y bien fuertes estaban causando verdadero furor entre la clase obrera conceptual. Gladys se enciende el sexto cigarrillo de marihuana y las risas acaban en la boca de Belkys sin saber demasiado a cuento de qué. La lengua de Belkys imagina la boca de Mario y mezcla el sabor a frambuesa de la su boca con el sabor de a la cerveza de la boca de Gladys, la lengua de Gladys que sigue besándola para siempre, retorciéndose de placer imaginando que para siempre es la última noche y nunca la boca de Belkys será eternamente suya como en ese momento.

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