El Violín Rojo

Durante unos años estuve colaborando en el portal cofrade EL CABILDO, que me ofreció esta invitación con la condición que exijo siempre, libertad absoluta. Y así fue. El espacio lo llamé al igual que la película, El Violín Rojo, y por si internet se aprieta en un futuro, quiero recoger aquí todos mis escritos en esta publicación online, para quien quiera hacer uso y sacar conclusiones.

2016 (MIGUEL PÉREZ, NOVIEMBRE 2010)

Vivíamos en una realidad en la que se confundía el diseño y la moda con el poder adquisitivo y una verdadera necesidad expresiva, en la que se confundía el arte con la cultura, y la cultura con la educación. Todo era un extraño sentimiento enfermizo cargado de necesidad que pretendía a toda costa demostrar en la galería ser válido. El valor era en realidad todo lo único que le preocupaba al mundo. La tecnología, la facilidad de comunicación, en realidad no estaban sirviendo para nada. La juventud estaba infravalorada guardando sus ilusiones en las calles de la ciudad, empapando de alcohol y lágrimas su formación catedrática con la que sólo consiguieron robar alguna música que descargaron en sus teléfonos móviles de última generación, los que año tras año renovaban sus padres con el pico que sobraba de la paga extra de navidad. Los continentes comenzaron a experimentar grandes cambios climáticos sin orden ni lógica. Las crisis comenzaron a multiplicarse invadiendo cualquier otro sentimiento que pudiera intentar aunque sin éxito ser reconstituyente. En Málaga la gente seguía bañándose en las playas remojando su sencilla alegría esperando la Semana Santa. Yo seguía escribiendo música desde Lanzarote, era el año 2016. Y seguía sin pasar absolutamente nada.

COLGANDO DEL ALMA (MIGUEL PÉREZ, DICIEMBRE 2010)

La música no debe tener ningún tipo de explicación. Hasta hablar de sentimientos sería inútil. El brillo interior que nos provoca el sonido es tan personal que no hay palabras ni significados que puedan justificar de un modo general esa maravilla. Y como tal, dejemos que fluya libre, como la sangre fresca que corre infinita por nuestro interior como un secreto, como el grito de un recién nacido, como el amor adolescente en los colegios. Dejemos de una vez de buscarle una explicación porque no la tiene, somos ya demasiados para lograr alcanzarla. La vida es inexplicablemente bella, y la belleza verdadera es imposible, bendito e inexplicable motivo que alimenta nuestra existencia desde el principio, bendito misterio que a unos y otros nos aumenta el instinto vital como si un puñado de palabras mezcladas azarosamente colgaran del alma buscando constantemente el origen de la naturaleza, buscando esa pequeña ficción única que nos persigue a unos y a otros una y otra vez, esa que no para, porque está viva.

REGALOS (MIGUEL PÉREZ, ENERO 2011)

Yo desde siempre escribo música como un regalo en principio para mí, pues no hay mayor placer que ver cómo una creación tuya es capaz de emocionar a otras personas y hacerlas soñar. Luego, es un regalo para la humanidad. Y no soy pretencioso precisamente al englobar a todo el mundo entero en esta situación, pues realmente hoy más que nunca se puede decir que casi toda la creación está al alcance de todos. El problema es cuando las personas individuales no comprendemos este hecho, no comprendemos que los músicos que hay detrás de ese momento de ensoñación quizá necesiten de nuestro apoyo, y lo mezclamos todo, como pasa siempre, para despistar, y muchos, para enriquecerse a costa de otros. Yo estoy a favor de la piratería, siempre lo estuve, porque pienso que no todos estamos en la misma situación. Por ejemplo, mis alumnos no son trabajadores, son estudiantes, y como tal, no pueden comprar discos. Veo estupendo que la red permita a mis alumnos escuchar toda la música de todos los tiempos y de todos los lugares simplemente con una conexión aceptable. Me parece un instrumento educativo para ellos que ya lo hubiese querido yo en mis años en el conservatorio. Por otra parte, creo que es el usuario el que debe dar valor real a la obra teniendo en cuenta infinitos factores que incluso serían extramusicales, y no al revés. Y ya sé que los seres humanos tendemos siempre a ser pillos y lo queremos todo gratis, pero es la única forma real aunque utópica (y no me contradigo) de que las personas seamos conscientes del valor real –y digo real porque pienso que para nada hasta estos tiempos se estuviese en esta tesitura- de la música, valor que cada día está más infravalorado. Y como por ejemplo todavía hay quien piensa que un compositor sin sentimientos puramente cofrades no sabe sentir ni escribir música para estos acontecimientos, y que por tanto, no debe recibir trabajos ni mucho menos lucrarse en este sentido, todavía hay quien piensa que escribir música en general es un oficio para soñadores que no necesitan ni tiempo ni alimento, que viven por la gracia de Dios. Me hacía gracia el mail que recibí el otro día del director de una banda de música colombiana, en el que me pedía literalmente que le regalase las partituras de director y de los distintos instrumentos de Santo Traslado, que se las podía enviar a esa misma dirección de correo electrónico, que mil gracias. Me eché a reír, como tantas otras veces, pues los regalos no se piden más que a los reyes magos. Y entre mi risa se colaba el pensamiento de que entre la piratería y la pillería creciente en los seres humanos, ¿qué papel entonces desempeñará realmente un músico, un escritor de música, en esta moderna y aventajada tecnológica sociedad en la que vivimos?, porque el calor del corazón jamás lo conseguirán las máquinas, que nunca dicen la verdad por más que afinen en sus resultados y estadísticas. Y luego, más calmado, tuve un extraño y punzante sentimiento de pena, más lento, pues puedo entender las diferentes situaciones y realidades sociales y educativas, pero ese descaro con tantos kilómetros de por medio…

REFERENCIAS (MIGUEL PÉREZ, MARZO 2011)

La civilización ha perdido el norte. Pagamos una cifra y vertimos nuestro interior en una pantalla electrónica gratis, sin permiso. Todos somos público. El escenario y la butaca se confunden. Nos masticamos unos a otros sin opción, unos con más asco que otros, pero estamos conectados y ya no hay marcha atrás, hemos perdido el sentido de la vida, hemos pagado por perderlo todo y no nos hemos dado cuenta. Ya nadie comenta canciones o libros, ya nadie disfruta igual con una cerveza con los amigos. Hay tantos amigos, tantas cervezas, tanta música y tantos libros, que ya nos da igual todo. Ya nadie escucha la música con ese misterio de los sonidos que durante siglos nos han mantenido atentos y con ganas de aprender más acerca de nosotros. Hoy todo ha perdido el valor de todo en realidad. Recuerdo cuando escribir música era todo un acontecimiento, incluso había quienes escribían libros desmenuzando cuartetos de Beethoven, explicando las formas que Mahler empleaba en sus sinfonías, incluso libros con las notas que se debían emplear en una escala para que nuestro sonido se perfumara con aromas de Charlie Parker y los oídos de las quinceañeras se animaran. Hoy me pregunto para qué, y sobre todo me pregunto, quién escucha hoy a Shostakovich,a Falla, a Perfecto Artola… También me pregunto si hay alguien que me escucha a mí. Si realmente hoy es necesaria la figura del artista en estos tiempos perros que nos ha tocado vivir, si Málaga merece el abanico de artistas que tiene en estos tiempos en los que sólo vale la moneda de cambio, el estatus, el poder, donde los sentimientos son para gente inferior, donde el placer estético es una pérdida de tiempo, donde pintar es de estúpidos, porque ya no pintamos nada, donde para dar un concierto hay que solicitarlo por escrito. Yo siempre he tenido claro que el arte es por encima de cualquier otra cosa, inútil. Pero jamás pensé que toda la sociedad lo tendría tan tan claro, envueltos en una hipócrita sonrisa que cada vez me da más miedo… sin un botón posible para pulsar No me gusta.

NO HAY DERECHO (MIGUEL PÉREZ, MARZO 2011)

Mis comentarios desaparecen a veces cuando escribo en tu muro. También desaparecen mensajes privados, al menos los enviados por mí. Y mi música también desaparece… de Málaga. Dolido estoy. Sólo puedo decir que no hay derecho… Tristemente o alegremente, según se mire, presentaré Biotza en La Cueva de los Verdes. Creo que después de más de veinte años escribiendo música, mi ciudad debería mostrar un mínimo interés…

DESDE SIEMPRE (MIGUEL PÉREZ, JUNIO 2011)

En realidad eran los comienzos de un mes de junio. Lanzarote tenía un poco de polvo, como cuando ocurren miles de cosas y se te llena el alma de tiempo pero permanece intacta. Y es verdad, como te comentaba después del concierto, con una mancha de lip gloss en los labios, mientras tragaba nervioso la Coca Cola Zero para no enloquecer mis niveles de glucosa para no sentir demasiada culpabilidad por todos esos caprichos que le doy a mi gula para mantener intacta la inspiración y el eterno amanecer interior, el metre del Lancelot se acercaba a entregarnos miles de mapas fotocopiados para poder comprender Lanzarote de cabo a rabo, además de un pequeño libro de Michel Houellebecq en el que aparecían montón de conejeros correteando en moto guiñando un ojo. Yo prefería manchar mi alma de mojo rojo y verde caprichosamente, como siempre regar mi corazón de vinos deliciosos de aquella deliciosa isla que para siempre quedarían dibujados dentro de mí a pesar del tanto Oporto anterior. Amanecer en Lanzarote esta vez era otra cosa, pero el chisporroteo de colores dentro de mí era inevitable, y aunque estábamos en los comienzos de un mes de junio, quizá cualquiera, o quizá no, quién sabe, yo sentía florecer un mes de agosto, y sentía fuegos artificiales manchados de colores un chisporroteo de alegría dentro de mí, y muchos colores estallando dentro de mí, y mis lágrimas iluminadas intermitentemente por la aquella farola que desde siempre ya en Málaga dentro de la mismísima Cueva de los Verdes inaugurando la feria en agosto yo echaba de menos…

NO TODO VALE (MIGUEL PÉREZ, AGOSTO 2011)

Esta vez escribiré con el disco -y digo bien, pues es un vinilo- homenaje a Perfecto Artola que grabó en1993 la Banda Juvenil de Música de los colegios Miraflores y Gibraljaire, cuando todavía usábamos la peseta. Hoy se multiplica todo cada vez más deprisa, es fácil y barato. Es el entretenimiento más extendido, la soledad frente a la pantalla compartiendo palabras escritas y archivos electrónicos de todo tipo. Hoy se lee más que nunca, de eso estoy seguro, no era tan necesario el Plan de Lectura de los institutos, ya ves. Y no sólo es extendible el asunto, también es extensible. En Málaga, por ejemplo, también se multiplican las bandas de música, se multiplican los compositores, y se multiplica bajo cuerda lo vulgar y las ofertas dos por uno, una cosa siempre va con la otra. Málaga está entera en obras, y entre esas heridas pasean las bandas que van naciendo y los cristos y las vírgenes que van naciendo, bordeando el palco de sillas con una música de fondo que nace cada vez más extraña. Creo que deberíamos ser más selectivos, y esto no quiere decir que aniquilemos a nadie, sino todo lo contrario. Más bien un uso correcto para que la sensibilidad no se embrutezca, para alimentarla, un inconformismo en base a lo que escuchamos. Se puede estar de acuerdo con la piratería, con la SGAE, y con muchas cosas más que en apariencia son contradictorias. La opinión y el pensamiento pueden y deben ser multiplicados, no nos quedemos con una sola cosa, quedémonos con todo, es gratis. Porque no todo vale, aunque todo sea posible.

UN DOCUMENTO OFICIAL (MIGUEL PÉREZ, AGOSTO 2011)

La ciudad entera estaba cuajada en proyectos culturales internacionalmente gratis, en paro. La ciudad aun así pretendía ser señalada oficialmente capital cultural, mientras la policía perseguía a los músicos y propinaba palizas por decir verdades en forma de melodías y armonías sin permisos, mientras se multaba a los dueños de los garitos en los que se escuchaba música en directo por soñar en vida, por sonar en vida. Por el día violaban a su chivo espiatorio y lo recompensaban con algún húmedo beso oficial. Faltaba amor por todas partes. Y yo lo escribía -como si fuese un documento oficial- temblando de pena.

SOBRE EL ARTE Y LA EDUCACIÓN (MIGUEL PÉREZ, OCTUBRE 2011)

En cualquier caso no creo en este negocio mezclado con elevados significados artísticos o culturales. Prefiero imaginar un mundo en el que los artistas son valorados por la velocidad a la que circula y se copia gratuitamente su obra por internet, un mundo en el que los artistas son subvencionados por el estado y no sufren porque el objetivo de sus obras es precisamente ese, la copia cuanta más mejor de ella por internet gratuitamente para todos los internautas, como medio selectivo para recibir las ayudas del estado para sus producciones y existencia. Entonces el arte dejaría de venderse para subsistir, para prostituirse en unos casos y regalarse en otros, y el estado estaría alimentando verdaderamente a sus vecinos, estaría verdaderamente apostando por la cultura y la educación sin intermediarios, sin sicarios de la sinceridad y el alma que muchos ponen en lo que hacen, ya sea una película, ya sea una barra de pan. Los artistas serían alimentados directamente por su público (con sus votos o descargas, como prefiera llamarse) que cuanto más amplio, mejores ayudas del estado recibirían para sus producciones. No existiría todo este conflicto actual entonces, entonces el arte no moriría ni hablaría de trampa ni cartón. Su publicidad dejaría de ser necesaria, ni siquiera la cola misma del cine, que dicho sea de paso, cada día es más pequeña, inversamente proporcional al precio de las entradas. El artista no piensa en la industria, nunca. Desea expresarse, nada más, desea comunicar al mundo, nada más, sin censuras de ningún tipo, sin condiciones que corten las alas a la creación verdadera. Por tanto, el artista no desea educar, nunca, sin que esto signifique que no pueda utilizarse su obra como instrumento educativo, con fines didácticos (no confundir con eliminar el juicio crítico de nuestros alumnos). Pero estas ideas cada día, o son más absurdas, o dejan en mal lugar a quien las expone.

NUESTRA MÚSICA EN SU SITIO (MIGUEL PÉREZ, NOVIEMBRE 2011)

Escribía yo en este mismo portal en 2007: «El otro día comentaba con un compañero de la banda de Miraflores y Gibraljaire -donde yo eché los dientes- lo lastimoso que me parecía que en el próximo festival de jazz de la ciudad no haya ni un sólo hueco para que los artistas locales puedan enseñar a sus vecinos el trabajo realizado. Mi compañero me decía que un festival de jazz de categoría no necesita especialmente tener una programación para los artistas locales, y que el de Málaga es un festival internacional. Yo pienso que sí, que efectivamentees internacional, pero que también es de Málaga, y que en cualquier gran festival que se precie se debe dejar un espacio para que fogueen los artistas locales para que algún día puedan estar en el cartel del festival. Pero si no se potencia, si ni siquiera tu vecino te anima a continuar, los artistas mueren en la desesperanza de una realidad que no terminan de comprender jamás. Si queremos ser capital de la cultura el próximo 2016, tenemos que tener claro que Málaga es uno de los lugares elegidos, donde la luz hace que el arte emane sin cesar como hemorragia natural de la idiosincrasia malagueña, y que de ello, debiéramos aprovecharnos». El pasado año comprobé cómo en el cartel del festival ya se sentía la presencia de los músicos malagueños en el Teatro Echegaray, hablo de la cantante Ana Cisneros o La Insostenible Big Band. En este próximo mes de noviembre se celebra la XXV edición del festival , y compruebo feliz que por fin el pistoletazo de salida en el Teatro Cervantes lo da el genial saxofonista malagueño Ernesto Aurignac y su cuarteto. Mi felicidad desde las canarias no puede ser mayor, porque por fin somos capaces de poner en el sitio que le corresponde a un vecino que lleva tanto tiempo regalando música, tanto mundo recorrido con su saxo bajo el brazo, con su pasión por bandera, y que no es en realidad hasta este momento por fin, que Málaga empieza a reconocer sus errores. 2016 aplausos paisanos, y a disfrutarlo, los músicos, y el público en definitiva, de nuestro jazz.

EL AÑO EN EL QUE SE NOS FUE ROCKBERTO (MIGUEL PÉREZ, DICIEMBRE 2011)

Recuerdo que todo estaba muy azul para todos. A Rockberto se le apareció un amanecer eterno, y todos los caballos en su alma comenzaron a trotar hasta el infinito con una fuerza desconocida para él. Entonces la música de Rockberto se escuchó en boca de todos, sus palabras eran homenajes a cada momento que se multiplicaban en la red. Rockberto ya no era simplemente Rockberto, Tabletom jamás ofrecería su último concierto previsto con su líder. Esos caracolillos canosos que resultaban tan divertidos una vez al año en feria por fin se convertían en algo más que un simple ser auténtico y carismático. El tiempo hipócrita ponía también a Rockberto en su sitio, a pesar de ocurrir, como casi siempre, tarde. Y yo no quería finalizar este año tan azul sin despedirme de Rockberto, sin dedicarle unas palabras por aquí, algo así como un tango al abanderado de la fritura malagueña hecha música. Ojalá pronto Málaga tenga un trozo en el que quede grabado tu recuerdo para siempre y no se borre nunca, como quizá ocurre en la orilla de la malagueta, donde tu nombre dibujado va y viene con las olas del mar en ese vaivén de aroma salino inigualable, en esa envidia húmeda del Mediterráneo entero que en tu corazón de niño nos acaricia también para siempre, decía, como agradecimiento a todo el amor y toda la música que le regalaste a ella, como ocurre con las cosas más sinceras, sin pedir nada a cambio. Allá donde estés Rockberto, brindo por ti.

ACTA (MIGUEL PÉREZ, FEBRERO 2012)

Con el tiempo, desapareció la banda municipal, y tu tío Manolo se dedicó a tocar el piano por todos los hoteles de la costa, como hizo toda la vida tu bisabuelo que en paz descanse. Tu tío iba en bicicleta todos los días a tocar el piano, siempre por el carril bici, que se había hecho mucho antes que el metro, y tocaba su propia música, pues la música de otros no podía sonar sin el permiso sellado y firmado de la discográfica correspondiente, era considerado un delito no avisar al autor para recaudar unos euros por esas vibraciones gratuitas. Para este menester, los hoteles estaban llenos de inspectores disfrazados de clientes que en más de una ocasión trataron de multar a tu tío por varias melodías que se prestaban a confusión. Tampoco se podían grabar discos oficialmente, pues las grandes discográficas no hacían caso más que a sus gentes cercanas, a sus amigos y clientes del partido, y ni se podían hacer un par de copias ilegales de tus propias canciones para regalarla a los amigos, presentarlas en un teatro, o escucharlas en el coche los domingos camino al campo con los vecinos, porque los amigos y los vecinos podían ser del partido y denunciarte, pues con la internet nos convirtieron a todos poco a poco sin darnos cuenta en cuerpos de policía voluntarios de nosotros mismos. Estaba en definitiva prohibido disfrutar, no había moneda que nos devolviera ese sentimiento, pues todo se lo había tragado la política y la vigilancia no tenía fin. Se había muerto el amor, ese sentimiento tan caro. Y se nos fue la libertad, como se escapa el humo azul de un cigarrillo en la noche oscura, con el disfrute inocente del espacio dedicado a la búsqueda de la belleza, ese rincón que todos tenemos en el corazón desde que nacemos, aunque ya no queramos escucharlo nunca. Pero eso sí Mario, éramos muy democráticos, y estábamos en contra de la SGAE.

SANTO SEPULCRO (MIGUEL PÉREZ, ABRIL 2012)

Paseaba Mario por las calles de Málaga, disfrutando del silencio de miles de personas y la oscuridad de la noche. A lo lejos, un desfile susurra la marcha fúnebre de Chopin, un sonido que se acerca lentamente, o quizá Mario era el que se acercaba a la banda municipal. Pasaba el Santo Sepulcro, la procesión favorita de Mario, que se acordaba de cuando su tío tocó al piano en el Teatro Cervantes aquella misma pieza, dando una vuelta de tuerca a la partitura original, interpretando a contratiempo las notas a tiempo, dibujando con su trazo personal la melodía, refrescando y dando un aire nuevo a la aquella vieja partitura de Chopin para buscar y encontrar otros puntos de vista a lo ya escrito, creando e intentando algo distinto. El pequeño Mario estaba excitadísimo en la platea viendo y escuchando cómo medio teatro susurraba quejas mientras su tío hacía todo un streptease musical. Y se acordaba Mario cómo lo criticaron al otro día por la radio, que si aquello era una falta de respeto, que si no fue acertada la broma, que si no era ortodoxo ni respetuoso, y Mario no comprendía nada. Mario conocía bien a su tío, y sabía perfectamente su propósito aquel día en el Teatro Cervantes. Sabía que a su tío sólo le interesaba hacer música, que era lo que más le gustaba en este mundo, y que lo demás, etiquetas y comentarios incluidos, bien poco le importaba ya. Y al mismo tiempo, en mitad de aquella conclusión sencilla para Mario, se preguntaba, porque su profe de música se lo enseñó en el cole, cómo todavía a finales del siglo XX había gentes que se escandalizaban con el jazz, una música que había nacido a finales del siglo anterior, como aliento para hacer más llevadero el trabajo de los esclavos…

EL NUEVO CRISTO (MIGUEL PÉREZ, AGOSTO 2012)

Sin duda alguna vivimos tiempos estúpidos. Época fanfarrona donde las haya, en la que cualquier cosa sirve para despistar a la muchedumbre. Como por ejemplo, el arreglo que le ha dado una señora en un pueblo al cristo de la iglesia. Es increíble cómo todo un país puede unirse en crueldad absoluta para despellejar y mofarse de una señora que lo único que pretendía era arreglar el asunto. Y estamos de acuerdo en que quizá no es lo más parecido al original. Pero no son lógicas las cosas que he leído ni las dedicatorias a esta buena mujer, a la que incluso parece que quieren denunciar. La Santa Inquisición supongo. Estoy seguro que de ser una firma autorizada, esa mirada aparentemente blasfema, ese trazo y color descolorido a medio terminar, sería idolatrado por los más exquisitos gourmets del arte mundial. Es una pena que no sea un Dubuffet o un Miró. Me encantaría ver con qué color lo subrayaría la televisión de este país si así lo fuese, si fuese un Barceló, o una improvisación picassiana fuera del todo de las formas típicas picassianas. Aunque supongo que entonces lo ignorarían, porque en realidad, en este país, preferimos bailar sevillanas y hablar del vecino en los cruces, con una copita por supuesto, para arreglar el mundo, y si es con una tapita hasta el mundo nos parece redondo. Por eso el arte en este país no nos sirve, está claro. Ni nos sirve la educación, ya que no quedan, por no quedar, ni profesores a los que despellejar…

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