En mitad del piano

Tiene ese aire de quien nunca ha pretendido destacar, pero acaba destacando igual. Tal vez por la forma en que se sienta, como si no estuviera posando para nadie. O por esa camisa negra, más práctica que pensada, que no disimula ni su carácter ni su presencia.

No hace falta saber su historia para entenderlo. Basta mirarlo ahí, en mitad del piano, con la partitura medio ladeada, atento a algo que está a punto de nacer. Tiene esa mirada que no busca aprobación, solo precisión. Y una calma que no es indiferencia, sino certeza.

A veces sonríe, y la música parece detenerse un instante. Ocurre rápido, como un reflejo que se escapa sin permiso. Pero cuando sus dedos bajan, cuando empieza a sonar lo que lleva dentro, todo lo demás desaparece. Se queda él, el instrumento y una habitación que respira.

No está en el principio ni en el final de nada. Está en el momento exacto en que las cosas importantes suceden sin hacer ruido.